Por. *Martha Lorena de Casco
Los hondureños defensores de la democracia que por esas cosas de la vida nos vimos envueltos en los acontecimientos políticos del 28 de junio, le debemos un profundo agradecimiento.
Hoy, Alejandro Peña sufre en su cuerpo y en su alma la más dura crueldad con un encierro inmerecido en los calabozos infernales de su patria. |
Cada vez se hace más desconcertante el hecho de que en Honduras se detuvo el zarpazo de los tentáculos del expansionismo chavista, pero así fue. El hombre de Venezuela venía con todo y lo tenía todo debidamente calculado. El objetivo era triturar, sin piedad, la democracia hondureña, fruto de la sangre y coraje de nuestros progenitores. Este señor quería se, con sus socios nacionales e internacionales, en nuestras tierras, desmembrar paulatinamente el sistema democrático, imponer su desfasada y fracasada ideología y arrebatarnos nuestra riqueza natural y nuestra cultura cristiana. Gracias a su desfachatez y abierta provocación, el maléfico plan quedo al descubierto para la ciudadanía.
Mientras se daban los hechos que fueron sumamente complejos pero que a su vez blindaban el proceso eleccionario como la salida natural de una anunciada e incipiente tiranía, la comunidad internacional, dirigida por la frustración del secretario de la OEA José Miguel Insulza y la prensa de izquierda mundial, se apresuró a condenar a honduras sin oír, como es justo, la versión de la institucionalidad hondureña. Fue así, en medio de esta turbación y fuerte persecución que apareció en Tegucigalpa, Alejandro Peña Esclusa. Alejandro era hasta entonces medianamente conocido por las publicaciones en su sitio “Uno América”, organización que atinó desde el primer momento a describir acertadamente lo acaecido en Honduras.
Hablar con Alejandro en aquellos días fue realmente iluminador. El conoce como pocos el foro de Sao Pablo, la estrategia chavista y la coordinación cubana de todo este movimiento. Fue Alejandro una voz muy potente que nos dijo siempre, si regresa Zelaya se queda, así fue con Chavez. Y nos contó como éste juró con crucifijo en mano que respetaría la constitución la cual eliminó a su antojo a la vista y paciencia de la comunidad internacional y se instaló indefinidamente en su país.
Nos enfatizó en el hecho de que solo los hondureños podían defender a Honduras, que una vez instalado el régimen socialista los defensores de los derechos humanos se esfuman y quedan los pueblos a merced de los tiranos. Tantos casos a nuestro alrededor, apresados por el silencio cómplice de los que a veces hablan pero a destiempo.
Hoy, Alejandro Peña sufre en su cuerpo y en su alma la más dura crueldad con un encierro inmerecido en los calabozos infernales de su patria. Inocente y preso. Su culpa es haber defendido la democracia en Venezuela pero no dejo de creer que el haber venido a Honduras ha sido su gran “pecado”.
Gracias Alejandro por tu patriotismo, por tu alma latinoamericana, grande y valiente, donde cabe no solo tú querida Venezuela sino todos nosotros. Gracias por tu fortaleza y tu sencillez, dios te proteja a ti y a toda tu familia y pedimos para que en su infinita misericordia te libre de esa terrible situación y vuelvas a la paz y al calor de tu familia.
¡Viva Alejandro Peña Esclusa, un héroe continental!
*Martha Lorena de Casco fungió como Vice Canciller de la República durante la Administración Micheletti.
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