lunes, 18 de octubre de 2010

LA LEY ES LA LEY

Por Martha Lorena Alvarado de Casco

“cuando los gobernantes no respetan la
 justicia  se convierten en una banda de
ladrones¨ San Agustin
Existen muchas razones por las cuales hay tanto desencanto  e indignación con la clase política, pero la más frecuente, por no decir la que es más evidente, es la multiplicación de los casos de corrupción. En Honduras los niveles de corrupción se han incrementado  a sumas tan exorbitantes  y de formas tan abiertas y descaradas que sí no se aplica la ley y la justicia, se  amenaza  severamente la vida democrática de nuestro país.

Ciertamente,  todas las sociedades son capaces de tolerar algún grado de corrupción en los gobiernos pero  cuando quienes gobiernan le enrostran los saqueos y defienden la impunidad de los delincuentes,  entonces aquello se convierte en tiranía  y genera paulatinamente la anarquía. Además,  cuando  quienes deben respetar la ley se mofan de ella, podemos concluir  con suma tristeza,  lo que bien decía San Agustín hace más de mil años: “cuando los gobernantes no respetan la justicia se convierten en una banda de ladrones”.

La sola pretensión de que la Corte Suprema de Justicia  ignore  el hurto de los dineros del pueblo sacados en carretillas de las bóvedas del Banco  Central,  la repartición de billetes sin fin a lo largo y ancho del país,  la onerosa campaña publicitaria que buscaba la instalación de una dictadura y la lista inacabable de delitos, es  a todas luces un acto no solo de traición a la patria sino además motivo del más alto repudio de toda la ciudadanía.

Frente al nuevo fenómeno político que golpea a Honduras, en el que por un lado, encontramos a quienes buscan congraciarse con la izquierda internacional y, por el otro, aprovecharse del torbellino de las confusiones para su bienestar y lucro personal  e instalarse en el poder, no queda otro camino sino el de buscar la unidad ciudadana y apoyar incondicionalmente la institucionalidad remanente como el referente insustituible de la vida democrática.

Después de un proceso electoral sin precedentes, la incompetencia de la clase política ha quedado al descubierto, no resisten los embates ni internos ni externos porque no tienen un proyecto de país y peor aún, carecen en concreto de soluciones para los grandes problemas que nos afectan. Son lo que se denominan, políticos de parcheo, que  van sorteando los problemas coyunturales, los  del momento y  siempre buscando cínicamente como permanecer en el poder. No intentan responsablemente resolver los problemas graves que afectan el país.

La historia esta plagada de ejemplos que nos demuestran como  cuando las estructuras políticas estan puestas la servicio de los intereses egoístas y se despegan del bien común y de la verdad, se derrumban. Es por ello que la solución frente a esta nueva tiranía de los gobiernos irrespetuosos de la ley no es otra más que la inminente participación ciudadana.
Para quienes amamos la libertad, respetamos la dignidad de la persona humana, creemos en los valores, la familia y tenemos fe en Dios,  es obligatorio participar activamente en la sociedad civil organizada,  la única esperanza para reemplazar el liderazgo en la vida política de Honduras, dentro de un contexto de paz.  De  esta embestida desde el poder político ha surgido el compromiso valiente de ciudadanas y ciudadanos que no estan dispuestos a permanecer indiferentes a su destino.

La pretensión de transformar Honduras al margen de la ley es una incongruencia temeraria y un delito que en su momento será juzgado. La obsesión por el poder y la negación de la realidad trae consecuencias muy dolorosas. La mala costumbre de que todo se arregla entre unos cuantos nos ha pasado una factura impagable. Insólito, lo que estorba es la ley y la Corte Suprema de Justicia un obstáculo.

El irrespeto a la ley y la ironía de los políticos, no solo imposibilitan superar la crisis del año pasado sino que contribuyen a agravar aún más la incipiente paz social, el Estado de Derecho  y el porvenir de nuestros hijos. Debemos asumir este reto histórico y sumarnos a la lucha ciudadana.

1 comentario:

  1. Muy bien dicho. Hasta cuando Dios mío seremos merecedores de esta suerte? Es que acaso el noble, y a en su mayoría sumiso, pueblo hondureño, no tiene derecho a que se le respete? A que se le den, no dádivas a cual mendigo, si no oportunidades!

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